Estimada Señora Imparcialidad:

Esta tarde hace un calor de la fregada, la lluvia que acaba de caer sobre este lado de la ciudad no hizo más que aumentar el calor sofocante. Los malditos bichitos están intentando llevarse unos sorbos de mi sangre, mientras yo sigo contemplando este libro. 

Levanto la vista y veo la pared a medio pintar, mi modalidad Leidenschaft, va viento en popa, al menos. Cada vez que respiro, el aire huele a lavanda por el incienso que he quemado hace unos minutos en el cuarto contiguo, sí, al menos mi cueva ya parece algo más habitable, a lo que era hace unas semanas. Pero, volviendo al tema, déjeme decirle Señora Unparteilichkeit que tengo serios problemas con el libro que tengo entre las manos. Y no puedo más que recurrir a su sacrosanto consejo. 

Tengo "Noches de Baile en el Infierno" en espera de ser devorado, salvo que no puedo hacerlo. Me niego, rotundamente, a abrirlo. No sirve, tal vez, que la cubierta no me llame la atención, me da una idea que creo debe ser errónea del contenido de la antología. ¿Por qué, ese quien sea que sea el dueño de la mano, le tapa la boca a la chica? No puedo, más que imaginarme cosas sucias que no deben ser contadas, ¿acaso alguien será víctima de secuestro? Antes de que me diga algo, Seño Teili quiero yo adelantarme por que creo que de no decirlo, usted puede tomarlo a mal. No quiero o no debo, quizá, juzgar a un libro por su cubierta, el problema radica, ni más ni menos en que, no conozco a las autoras que han mostrado su talento en este ejemplar.

Bien, sí, las conozco. De nombre. De vista, tal vez, en alguna foto suya en internet, pero no he leído nada de tres de estas mujeres, salvo de quien ha hecho que me suden las manos mientras sostengo el libro, en espera de que el simple recuerdo de su patético relato, me saque de mis casillas. 

Ahora bien, Seño, entre usted y yo, quiero pedirle que me ayude. Por favor, que nadie sepa que tengo miedo de abrir este libro. Que nadie sepa que todos los libros de la Meyer son como una Amanita verna a la que veo desde cerca pero no me atrevo a devorar, aprecio demasiado mi hígado como para atreverme a hacerlo; gracias, pero no. Lo más chistoso de todo es que a verna la puedo tocar, es más, me gusta tanto que es uno de mis bichos favoritos (cuando no huele a rayos, desde luego), pero a la Meyer... Intento, desde aquél desastroso encuentro con sus vampiros, no acercarme de nuevo a sus meyertoxinas, lamentablemente; el cielo se encargó de cruzarla en mi camino de nuevo. ¡Maldita Cloto! 

Sabe Seño Ciali, creo que voy a tener que moverme, por que el calor es sofocante, necesito encender el ventilador, abrir las ventanas o hacerle un hueco a la casa para que el viento sople aquí dentro, por que parece que me tiene castigada y no mete sus narices en mis dominios. No sirve tampoco, que mi playera sea negra ¿verdad? Ni que aún lleve puestos los tenis, las calcetas y el pantalón azul. Está bien, voy a ponerme algo más fresco, pero primero tengo que terminar esta carta para usted. 

Es que mire, estoy en un dilema. ¿Debo leer el relato de la Meyer primero y empezar entonces con el pie izquierdo? ¿Debo leerlo al último, tal y como esta en el libro? ¿Los leo en desorden? Mire, no me importa quien me haya mandado el libro, es más, ni lo recuerdo. Pero no quiero, juzgar el libro en base al mal relato de la Meyer. ¿Le dije que ya leí ese relato hace tiempo? Sí, Doña... ya lo leí. De ahí me temor a hacerlo de nuevo. 

Vuelve a llover. 

¿Sabe? Creo que dejaré de nuevo, sí, de nuevo; este libro en el librero provicional. Hoy no es el momento para leerlo, puede ser que mañana me levante de mejor humor. No lo sé. 

Voy a seguir leyendo Comer, Rezar, Amar y seguiré divirtiéndome. Pero, por favor Doña Imparcialidad, ¡ayúdeme!

Su más atenta servidora,

Yelania -Bücherfreund frustriert